Hoy 30 de Abril, es el Día Mundial del Agua y, aunque como otras tantas celebraciones, desgraciadamente, no pasa de ser más que un día en el calendario, que para la gran mayoría de la gente y de las instituciones no tiene la menor importancia.
El agua es un elemento básico y fundamental para todas las actividades y para todos los procesos naturales o artificiales que conforman nuestra vida. Por ello es imprescindible cuidarla y protegerla como parte inseparable de nosotros, tanto desde el `punto de vista de su pureza como de su existencia y su ahorro.
Como nadie debe ignorar, hoy más de 1000 millones de personas en el Planeta carecen de agua potable para el consumo, la higiene, el riego y la producción de alimentos y, como consecuencia de esa carencia, más de 10.000 personas mueren cada día por su escasez y por enfermedades causadas por la ingesta de aguas contaminadas, todo ello en los países más pobres y subdesarrollados. Mientras tanto, en los países ricos y desarrollados, la contaminamos y la derrochamos sin el menor reparo. En esto todos tenemos responsabilidades, claros que unos más y otros menos: las administraciones, desde las más altas instancia del Estado hasta las menos influyentes y cercanas a la ciudadanía, como los ayuntamientos, que deben poner los medios para evitar esa situación, con inversiones, educación y concienciación, fiscalidad y eficiencia en la gestión, y los ciudadanos de a pie, que debemos cuidarla y tratarla con el máximo respeto, la solidaridad y el más estricto sentido de eficiencia y el ahorro.
Las administraciones tienen la obligación de establecer normas y leyes que obliguen a las instituciones de menor rango, las empresas y las personas a cumplirlas sin omisión, con políticas razonables y coherentes, como poner freno a aquellas actividades de alto consumo y muy discutible necesidad para el bienestar y la vida, aunque ello suponga un negocio para algunos, como el turismo, el ocio, etc.; el abuso de césped en zonas que pueden quedar muy bonitas peno que son totalmente innecesarias, como por ejemplo, las zonas de vías del Trambaix, y otras similares.
A gran escala vemos como las administraciones autonómicas se pelean por su “derecho a disponer de agua trasvasada de otras cuencas o comunidades vecinas, muchas veces tener un turismo de alto consumo, campos de golf, edificaciones a porrillo, aunque ello suponga de desecación de acuíferos o humedales de extraordinaria importancia, como está pasando con las tablas de Daimiel y otras.
Hay cosas que para mucha gente es imprescindible, como ducharse cada día, sin pensar que con el agua que gasta en esa acción, muchas familias de esos 1000 millones que no la tienen, podía ser su salvación.
Yo sé que esto que estoy diciendo, para mucha gente es un atentado contra su libertad o su negocio. Que las administraciones consideren que más que complacer a los irresponsables o buscar el voto fácil, es necesario pensar en el bienestar de la mayoría y de los que tienen derecho a disponer de un elemento tan básico para la salud y la vida como el agua.
Ignacio Florez
Responsabilitats
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